jueves, 15 de diciembre de 2016

La caña en Antioquia

Foto: Eliana Henao

En otras regiones de Colombia, como Antioquia, la caña ha tenido un renglón importante en la economía; entre los siglos XVIII (Gómez: 2009) y principios del XX tuvo su mayor auge, debido a la crisis que se desencadenó en las minas más grandes de Antioquia y al descubrimiento de otras, lo que aumentó la demanda de alimentos energéticos y nutritivos en esas zonas, como la panela, la carne y el aguardiente. La ganadería, la siembra de caña y de otros productos como el maíz, el plátano, la yuca, serían importantes actividades de las pequeñas y medianas economías de las regiones no mineras de Antioquia, entre las que se cuentan el Valle de Aburrá.
Es curioso que el cultivo y procesamiento de la caña en Antioquia no haya llegado a una especialización tecnológica como es el caso de los ingenios azucareros vallecaucanos. Sin embargo, la amplia difusión del cultivo por las subregiones antioqueñas posicionó dicha actividad como una de las más destacadas por la relevancia que tenía para la obtención de uno de los alimentos base de la dieta antioqueña: la panela. Y también el aguardiente.
Así pues, la caña lleva cerca de tres siglos garantizando la subsistencia de gran parte de la sociedad antioqueña, de ahí que —como en Cuba— sea un elemento inherente al acervo cultural de sus habitantes. Según el historiador Carlos Correa Bustamante:
En el Valle de Aburrá la panela siempre fue la base de la economía desde que Gaspar de Rodas pisó estas vegas, así empezaron a surgir formas empresariales con numerosos trapiches en Antioquia. Medellín, Envigado, Itagüí, Bello, Copacabana, Girardota y Barbosa” (Correa: 2002).
Como se ha insinuado anteriormente, además del cultivo para la producción de mieles, azúcar, panela y alcohol, la caña tiene usos importantes en las labores del campo, aspecto que es determinante para comprender por qué su uso se extendió por gran parte de las poblaciones rurales de Antioquia, donde se la tenía en las huertas junto con los sembrados de pancoger y, en consecuencia, su uso no fue exclusivo para los ricos hacendados. Según Isabel Cristina Bermúdez Escobar, de la caña
Se utiliza prácticamente todo […], pues se corta la caña, se selecciona la semilla, el cogollo se utiliza en la alimentación de animales, el tallo ofrece el jugo, el bagazo se utiliza como combustible y la ceniza como abono, el melote (cachaza deshidratada) en alimentación animal, ensilaje con caña picada y ripiada seca, entre otros” (Bermúdez:1997).
Valdría la pena tener en cuenta que instalar un sistema de producción para la transformación de la caña es relativamente costoso en relación a los beneficios económicos, así lo enuncia Álvaro Reynoso para el caso de Cuba: “Los costos de instalación de un ingenio son considerables; la producción no es grande ni segura; la amortización e interés de los capitales son dignos de considerarse” (Reynoso: 1878: 519). Por lo tanto, el negocio,  aunque solo prometía incertidumbre, ofrecía otros beneficios como los ya enunciados, que iban más allá de la acumulación de capital y que representaba el abastecimiento de materia prima útil y complementaria para muchas actividades del trabajo en el campo.
Otro producto que deriva de la caña es un tipo de licor artesanal, conocido como chirrinchi, o tapetusa, entre otros nombres con los que se le ha designado y cuya técnica de fabricación también fue traída por los europeos durante la Colonia.  Todavía hoy se elabora en improvisados montajes que reciben el nombre de alambiques, y debe ser fabricado en la ilegalidad, entre otras cosas, por las condiciones de salubridad y por no pagar las rentas departamentales. En Antioquia, específicamente en el municipio de Guarne, existe entre sus habitantes una larga tradición de elaboración y consumo del chirrinchi (Henao: 2010).
En la música popular es posible encontrar rastros de esa tradición. Por ejemplo, el dueto antioqueño Espinosa y Bedoya, integrado por los músicos Eladio Espinosa y Francisco Bedoya, dan vida a las letras de la canción “Aguardiente de caña”:

Muele sediento el trapiche, el corazón de la caña
como se masca la vida el sueño azul de las almas.
Rubia sangre de cristal se santifica en las pailas
y nace entre miel y hogueras, el aguardiente de caña,
y nace entre miel y hogueras, el aguardiente de caña.

Rutas de locura cuerda el aguardiente agiganta,
hace auroras de la noche y noches de la mañana.
Con aguardiente las penas se alegran y se emborrachan,
luce más su ruana el tiple y su mantón la guitarra,
luce más su ruana el tiple y su mantón la guitarra.

El aguardiente hace espigas con el ciclón de las hachas,
alas de luz con los versos y pueblos con las cabañas.
Con aguardiente más machos son los machos de mi raza
y con sed roja los besos, cuando no se dan se asaltan,
y con sed roja los besos, cuando no se dan se asaltan.

Grito de caña morena que le molieron el alma,
alegre galán de copas y señor de serenatas,
porque hace grato el dolor y es fin, principio y palabras,
nace de miel y de penas el aguardiente de caña,
nace de miel y de penas el aguardiente de caña.

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